Este 24 de junio se cumplen 25 años de la muerte de Rodrigo Bueno, el cantante cordobés que revolucionó el cuarteto y marcó a una generación entera. La tragedia ocurrió en la madrugada del 24 de junio de 2000, cuando su camioneta Ford Explorer roja volcó en la autopista Buenos Aires-La Plata, a la altura del kilómetro 24,5.
Rodrigo venía de participar en la grabación del programa La Biblia y el Calefón, conducido por Jorge Guinzburg, y de una cena junto a Fernando Olmedo, hijo del humorista Alberto Olmedo. En el vehículo también viajaban Patricia Pacheco (su ex), el hijo de ambos, Ramiro, Jorge Moreno y Alberto “Cachi” Pereyra.
La camioneta circulaba a gran velocidad por una ruta mojada y resbaladiza. Rodrigo, que no llevaba cinturón de seguridad, salió despedido por el impacto y fue encontrado sin vida a 150 metros del lugar. Fernando Olmedo también murió en el acto. Los demás ocupantes sufrieron heridas de distinta gravedad.
Desde aquella madrugada, surgieron versiones e hipótesis: ¿fue un accidente evitable o hubo algo más detrás? Lo cierto es que Rodrigo había dejado frases premonitorias que a la distancia estremecen: “Cuando te morís, pasás a ser mejor de lo que eras. Imagináte cuando me muera, los discos que va a vender Magenta. Yo no voy a estar, lo voy a estar contando en el sobretodo ese de madera”.
El Potro tenía 27 años y estaba en la cúspide de su carrera. Su muerte convirtió al artista en leyenda y multiplicó la devoción popular por sus canciones.
Hoy, a 25 años, su música sigue viva y su figura permanece intacta en la memoria colectiva de los argentinos.