Un informe de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) indica que la institución solo tiene recursos para operar hasta el 31 de mayo. En el contexto de un recorte presupuestario significativo, la universidad ha implementado medidas de austeridad extremas para gestionar la falta de fondos.

Las autoridades de la UBA han decidido no utilizar los servicios de acondicionamiento de aire (frío-calor) en los edificios de la universidad, excepto en hospitales universitarios y donde sea necesario para el correcto funcionamiento de equipos y la infraestructura tecnológica. Similar restricción se aplica al uso de gas en calderas.

Además, las convocatorias para programas de investigación y extensión universitaria quedan condicionadas a la disponibilidad real de presupuesto. Las actividades del programa "UBA en Acción" dependerán exclusivamente de financiamiento externo o aportes privados.

La situación se ha hecho visible en el día a día universitario. "Hoy llegamos a la facultad: las luces del hall central apagadas, los ascensores con uso restringido", relata Julián Sanseverino, estudiante de sexto año y ayudante en la materia Salud Pública. "Es lo primero que está empezando a suceder en un contexto en el que veremos ajustes de otra manera".

Las facturas de energía eléctrica de la UBA se han incrementado drásticamente, con un aumento del 577% desde abril del año pasado y un 324% en los últimos dos meses. A pesar de mantener el mismo presupuesto nominal que en 2023, la inflación interanual actual de 287,9% hace imposible sostener la operación normal.

En respuesta a esta situación, la comunidad universitaria ha convocado a una gran marcha el 23 de abril para visibilizar la crisis. Las medidas de austeridad no solo buscan gestionar los costos, sino también mostrar la grave realidad que enfrenta la UBA, la universidad argentina más destacada en rankings internacionales.