MAXI JONAS, UN FOTÓGRAFO PELEÁNDOLE AL VIENTO

De más está decir que una imagen vale mas que mil palabras. Mas allá de que esta afirmación sea tan cierta como antigua, puedo escribir mil palabras para este artículo pero con una imagen bastaría para decir lo que quiero contar, y para colmo, que el que vea la imagen complete el sentido del mensaje.

Maxi cuenta historias de hace mas de veinte años. Tiene 44, y estaba trabajando con un equipo de canal 13 afuera de la ciudad. No se enteró que un barco se había hundido, y tampoco tenía señal para que le lleguen las llamadas y los mensajes que le estaban avisando y pidiendo que vaya a sacarle fotos. Él vive en Puerto Madryn, y cuenta historias, pero es de los que no necesita de las palabras para contar historias: el usa una cámara.

Yendo al aeropuerto a dejar a la comitiva de Canal 13 se entera de lo que pasó. Estaba cubriendo otra nota junto a ese grupo. Desde Buenos Aires, les mandaron mensaje a los periodistas porteños, y también le habían pedido fotos a él. Durante todo el día hubo viento sur. Del aeropuerto derecho al puerto. Despidió una nota, junto con su grupo de periodistas, para recibir otra historia. En un lugar, los aviones vuelan hacia la capital. En otro, una historia se hunde, esperándolo.

Ya mencioné que hubo todo el día viento, pero cuando Maxi Jonas llega a retratar lo que pasó, el viento mermó. En seguida sacó el dron. Para Maxi, la tecnología es una ventaja para su trabajo, le permite detallar su historia de otra manera. Por supuesto, quien está detrás de cada artefacto es el ojo conectado al cerebro de Maxi Jonas. Es él quien decide que lente usar, cuanta luz deja entrar a la cámara, en que momento frenar el dron. Es un duelo donde siempre sale ganando el humano quien dispara. La maquina ayuda, pero siempre esta al servicio de la perspicacia humana.

Son muchos los que con sus fotos han recorrido el mundo y quienes nos han ayudado a recorrer el mundo con sus fotos. El fotógrafo gatilla y cuenta una historia. Una imagen, de nuevo, dice mas que mil palabras. Pero son pocos quienes se hacen reconocidos en esta parte del mundo por retratar a la Patagonia. Es poco probable que no exista un patagónico que no haya visto una foto disparada por Maxi Jonas. Las ballenas lo saludan y dan la vuelta al mundo gracias a sus fotos; las matas desérticas son bellas gracias a él; el fuego que lo persiguió llegó a ser testimonial. Ha sabido dominar el arte de contar historias mediante las fotografías, y retratar fehacientemente un lugar; su primer patria: Puerto Madryn. Y nosotros, como Patagónicos Chubutenses podemos apropiar su trabajo como nuestro.

Es viernes, 5 de agosto de 2022, pasadas las 19:30. Maxi Jonas enmarcó, centró, disparó. La fotografía es soberbia. Ya había oscurecido, iluminaba los faroles del puerto. El cadáver caliente del buque Pescarguen IV yacía recostado en el mar oscuro. Algunos tomaron la fotografía para informar lo que pasó, como la Agencia Télam, para quien sacó la foto Maxi, o ADN SUR. Otros medios la usaron como la viva imagen de que el modelo extractivista está muriendo. No importa en que sentido uno pueda connotar esta fotografía, Maxi Jonas encontró la belleza en un hecho que pudo pasar como simple anécdota.

El está acostumbrado a embellecer nuestros días con sus instantes decisivos. No pasaron ni 3 días, y otra de sus tomas, esta vez, fotografías y un corto video de un atardecer en Puerto Madryn plagado de Ballenas volvieron a embellecer nuestro mundo. Yo espero que nunca se acostumbre a retratarlas, ni tampoco a contar historias. Parece que sabe que cada historia pasa solo una vez, aunque las ballenas las encuentre todos los años.

Son los instantes decisivos (los que supo llamar así Henri Cartier-Bresson), los que eterniza Maxy Jonas, y que los patagónicos le robamos para constituirnos, sacar chapa, hacerlo propio. Porque con su cámara también nos retrata a nosotros.

 

Fotografía de Maxi Jonas. El buque Pescarguen IV yace hundido.