Robert Prevost es el nuevo Papa. El cardenal estadounidense fue elegido este jueves como sucesor de Francisco y asumirá como Papa León XIV. El anuncio desató una ovación en la Plaza San Pedro, donde miles de fieles esperaban conocer al nuevo pontífice.
Prevost, de 69 años, nació en Chicago el 14 de septiembre de 1955 y desde 2005 también tiene nacionalidad peruana, fruto de sus años de misión en el norte del Perú. De raíces obreras y formación agustiniana, llega al trono de Pedro con un perfil de equilibrio: con influencia en Roma, pero con los pies en América Latina.
Su trayectoria combina la doctrina vaticana con una mirada pastoral cercana a los más vulnerables. Fue misionero en la diócesis de Chulucanas, donde se destacó por su defensa de los derechos humanos y la formación de comunidades en zonas pobres. Desde 2023 ocupaba el cargo clave de prefecto del Dicasterio para los Obispos, un puesto que lo convirtió en el principal asesor papal para la designación de obispos en todo el mundo. Su cercanía con Francisco y su español fluido lo posicionaron como un candidato de continuidad con el legado reformista del papa argentino.
No obstante, su elección también trae cuestionamientos. Durante su misión en Perú, su gestión fue señalada por presunto encubrimiento en casos de abusos, aunque no existen cargos formales en su contra. Estos antecedentes generaron debate, en un contexto donde la “tolerancia cero” frente al abuso clerical es una demanda central. A pesar de ello, Prevost emergió como figura de consenso en el cónclave: sobrio, de bajo perfil público, pero con redes sólidas tanto en América como en el Vaticano. En los pasillos, lo describen como un puente entre la Iglesia institucional del Norte y la Iglesia popular del Sur.
La elección de León XIV llega en un momento clave: con la Iglesia enfrentando desafíos de secularización, polarización interna y la necesidad de sostener el proceso de reformas iniciado por Francisco. Con su estilo pastoral, su experiencia global y su capacidad de gestión vaticana, el nuevo Papa se presenta como una figura de equilibrio: cercano al ideario latinoamericano, pero con la estructura mental romana que muchos cardenales valoran en tiempos de cambio.